lunes, agosto 12, 2013

Las palabras y el olvido, las sensaciones latentes,
nunca dichas,
titilan en el fondo del silencio dormido
se aparecen en medio de la noche,
en el mar, entre las olas.

Cada susurro se aportilla a mis espaldas,
el viento, el asombro, las azucenas debajo de los estantes,
una mano que se asoma y suspira,
la frase medio henchida que traspasa
las barreras musicales del olvido,
filtradas por el alma,
oídas por el ser.

Fracturado camina el cuerpo,
las sombras del ayer son un desafío
que no vence,
que no ha de detenerlo tampoco,
pero que cansa,
pesa más la mente y sus recuerdos
que una mochila en sus espaldas.

De vez en cuando
me encuentro contigo
en algún sitio vacío de mis emociones,
allí sucedes tú, allí,
donde no nos juzgan.

Te hablo sin querer
y sin muscitar palabra, te hablo.

Vuelvo a ver tus ojos,
no tus acciones,
no tus letras: tus ojos.
Otra vez me enamoro,
una carcajada se establece en el aire
y un beso me corta la voz.

Para decir te amo
me bastas tú.

Te despido desde el balcón de mi iris,
un pañuelo rosado se agita al verte partir.

Todo va cambiando,
el tiempo nos aleja,
la lejanía nos mimetiza en nuestros quehaceres
y la naturaleza
construye en el interior.

Si la vida nos quiere de vuelta
abriré mis alas
y te invitaré a volar.



Matilde

todos los derechos reservados





1 comentario:

Tama dijo...

Rica!